Sucedió en Torremolinos. Corría el año 1964 y Frank Sinatra había venido a España a rodar algunas escenas de El coronel von Ryan (peli bélica en la que participó una jovencísima Raffaella Carrá). Todo el trabajo para este largometraje se había hecho en Italia pero quedaban un par de días de rodaje en territorio español.
Frank Sinatra se alojaba en el mítico hotel Pez Espada (que aún existe y tiene ese aire de vestigio de aquellos fabulosos días en que la Costa del Sol era Saint Tropez en estado salvaje) y concedió una entrevista a un periodista del diario Pueblo.
Seguramente el cantante y actor había bebido más de la cuenta. Casi siempre bebía más de la cuenta. Eran los días de gloria del Rat Pack (Dean Martin, Sammy Davis Jr, Peter Radford, Joey Bishop) y de las juergas interminables en Las Vegas. Y también eran días de resaca amorosa, tras el turbulento romance vivido con Ava Gardner.
El episodio es confuso.
Llegan un periodista y un fotógrafo del diario Pueblo a la cafetería del hotel Pez Espada. Allí les espera Frank Sinatra. En el momento en que da comienzo la entrevista aparece una actriz cubana, Ondina Canibano, que está en Málaga rodando un western. La actriz se lanza sobre Frank Sinatra y este se la quita de encima violentamente, a lo que ella responde lanzándole el contenido de su copa al rostro. Frank Sinatra pierde la cabeza e, iracundo, toma del pelo a Ondina Canibano y la tira al suelo. Se percata de que el fotógrafo ha inmortalizado toda la secuencia y Frank Sinatra (pensando que es una encerrona para publicar fotos comprometidas) arrebata la cámara y la revienta contra el suelo.
Y el fotógrafo, ni corto ni perezoso, se va a denunciar los hechos al cuartelillo de la Guardia Civil.
Se presenta la Benemérita en el hotel pero Frank Sinatra dice que a él, una estrella de Hollywood con conexiones con la mafia, no le van a toser unos gendarmes españoles con un gorro de charol ridículo. Vamos, que no sale de sus aposentos.
Negocia el director del hotel y algún destacado miembro de la producción de El coronel Ryan con las fuerzas del orden y quedan en que le convencerán para que se acerque a declarar en 48 horas.
Sr. Sinatra, tiene que ir usted a la comisaria
Pero pasan esas 48 horas y Frank Sinatra sigue sin tener ninguna gana de dar explicaciones a las autoridades españolas. Con que la cosa empieza a engordar y el Gobernador Civil del momento se toma el asunto como una afrenta al honor de la patria.
Envía policías al hotel y obligan a Frank Sinatra a trasladarse a una comisaría de Málaga para tomarle declaración acusado de escándalo público.
Y ahí se funde la realidad y la leyenda. Pero como recomendaba el periodista del viejo Oeste en El hombre que mató a Liberty Valance: “Print the legend!”
Dicen que Frank Sinatra respondió con monosílabos a los agentes y, acabado el interrogatorio, ya saliendo, tomó una foto de Franco que colgaba de la pared de la comisaría y la adornó con un tremendo escupitajo.
Y ahí fue el acabose. Los policías querían fusilarle inmediatamente, la gente del Gobernador Civil sabía del prestigio de Sinatra y de la repercusión que tendría cualquier cosa que le sucediese, el encargado de producción de El coronel von Ryan llamaba a la calma y, finalmente, todo se resolvió con la expulsión inmediata y 25.000 pesetas de multa.
Le trasladaron directamente al aeropuerto, sin dejarse siquiera recoger sus pertenencias en el hotel, y fue expulsado de España.
Un odio inquebrantable a Franco
Ese incidente cimentó un odio inquebrantable a Franco por parte de Frank Sinatra. Aseguran que en la escalerilla del avión dijo algo así como: “Nunca volveré a este puto país de fascistas”.
También se ha repetido hasta la saciedad que cuando Franco celebró los 25 años de paz (es decir, los 25 años de dictadura) Frank Sinatra le envió un telegrama que decía: “Ahora muérase”.
Frank Sinatra era un artista inmenso y un hombre lleno de contradicciones, resentimientos, violencia y fragilidad a partes iguales.
¿Cumplió su promesa de no volver a España?
No.
Ya anciano dio conciertos en nuestro país.
Y, por cierto, dentro del caudal de historias relacionadas con el accidentado paso de Frank Sinatra por España en 1964, queda todavía una jugosa. En Torremolinos se cuenta que cuando fueron a hacer la habitación de Frank Sinatra, una vez expulsado, y empaquetar sus cosas para enviárselas a Estados Unidos, se halló un bonito arsenal compuesto por, al menos, cuatro pistolas. Y que el director del hotel Espada, sin saber qué hacer con aquel material, tiró por la calle de enmedio y, una noche, arrojó las armas al mar.
Se non è vero, è ben trovato.
O mejor: “Print the legend!”
ADEMÁS: El documental olvidado de donde surgió la abuela franquista
Fotos: Cordon Press
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