Otro biopic en la salas desde el pasado 21 de diciembre.
Una nueva biografía hecha película de una de las cantantes más espectaculares que nos dejó el siglo XX: Whitney Houston.
Una vida de éxito y decadencia contada por Kasi Lemmons (con guion de Anthony McCarten, el mismo que el de Bohemian Rhapsody) y que cuenta con la actriz Naomi Ackie en el papel de esta diva que tanto brilló en géneros musicales como el de R&B, el soul, el blues o el góspel. ‘La Voz’, como la llegaron a apodar (y eso dice mucho de ella).
Ahora, con Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody, nos llega un retrato sin reservas de la compleja y multifacética mujer detrás de ‘La Voz’. Un repaso a su historia desde que era una niña, cuando cantaba en un coro en Nueva Jersey, hasta convertirse una de las artistas de la música pop más exitosas, superventas y premiadas de todos los tiempos.
Y ahora que se ha estrenado, nos hemos querido parar a ver qué dice de ella la crítica, que la ha acogido bastante bien, echando un vistazo a los análisis de dos fuentes autorizadas: Variety y The Hollywood Reporter.
Un biopic lujoso, completo y correcto
Desde la revista Variety, uno de sus críticos más afamados, Owen Gleiberman, destaca a Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody como “una película biográfica lujosa y completa que canaliza su gloria y cuenta su historia correctamente”, a la vez que la actriz protagonista, Naomi Ackie, “captura la incandescencia de Whitney Houston en esta tonificante cinta de Kasi Lemmons“.
Profundizando un poco más en la historia, Gleiberman destaca que “mientras ves la película puedes darte cuenta de cuánto hay en la historia (de Whitney Houston) que no sabías, y cómo te transporta a ella. I Wanna Dance With Somebody es el tipo de película biográfica lujosamente apasionada que te entrega o no. Y si lo haces, es posible que te emociones mucho“.
En cuanto a Naomi Ackie, destaca: “Está lejos de ser el doble físico de la cantante, pero da en el clavo con la parte difícil: canalizar su incandescencia. Ella te muestra la libertad que hizo funcionar a Houston y las dudas que la carcomieron hasta que cayó de la cima de la montaña que había escalado”.
Del resto del reparto destaca a “un soberbio” Clarke Peters, que hace del manipulador padre de la cantante; y “el saber hacer” de Stanley Tucci en el papel del magnate Clive Davis, que es quien la descubre. Aparte de que recalca que “la decisión de usar la voz real de Houston ha sido la correcta“.
Sobre Kasi Lemmons, la directora de este largometraje, Gleiberman apunta a que “crea un retrato de las glorias y los demonios de Houston que es vigorosamente auténtico, desde sus raíces en la iglesia evangélica (…) y las drogas que comienza a consumir de manera casual (…) a su rápido ascenso a la fama y su historia de amor con Robyn Crawford (Nafessa Williams), una relación que Houston no busca esconder hasta convertirse en una estrella”.
Y se cuestiona también una cosa en torno a la figura de Robyn Crawford… “¿Fue su mayor amor de Whitney Houston?” y añade: “La película responde a eso al dramatizar cómo el amor que una sociedad homofóbica obliga a Houston a reprimir está en el centro de los traumas que le sobrevienen más adelante. Ella niega quién es y sigue intentando, y fallando, llenar el vacío”.
En sus conclusiones, Gleiberman señala que “la película podría haber llevado la oscuridad un poco más allá, ya que Whitney gira hacia abajo en un círculo vicioso de ego astillado y autodestrucción“, pero “es lo suficientemente franca sobre su adicción a la cocaína y sus últimos días disolutos están representados con recato”. Y añade: “Sin embargo, a pesar de todo, sentimos la forma terrible en que ella tira en todas las direcciones, algo difícil de dramatizar para una película biográfica, y esta lo hace maravillosamente bien”.
La puesta en escena de Kasi Lemmons, concluye, “tiene una intimidad sin pretensiones, y da un golpe de efecto al terminar la película con una de las mejores actuaciones de Whitney“.
Quien ame a Whitney, reforzará ese amor
En el caso The Hollywood Reporter, el crítico que analiza el biopic de Whitney Houston es David Rooney, quien dice que “una de las artistas pop femeninas más grandes de todos los tiempos recibe un saludo agridulce en este relato de su carrera triunfal de tres décadas y las fuerzas que la arrastraron hacia abajo”, mientras que eleva a los altares a Naomi Ackie, asegurando que “brilla en la biopic amorosamente hecha por Kasi Lemmons“.
De ella destaca que “a diferencia de la mayoría de las películas biográficas musicales, que tienden a precipitarse a través de fragmentos frustrantes de los éxitos de sus protagonistas que te dejan con ganas de más, esta ofrece muchos interludios de actuaciones generosas”, a lo que añade que “es apropiado que en un retrato de la mujer considerada la mejor voz de su generación, escuchemos esa voz en todo su esplendor“.
Pero eso, recalca el crítico, “no significa que Lemmons y el guionista Anthony McCarten, que acaparan el mercado en el biodrama musical después de Bohemian Rhapsody, pasen por alto la caída en desgracia de Houston o los demonios que la acosaron a lo largo de los años. De hecho, lo es todo. Pero los altibajos se construyen sobre una base firme de respeto que hará arder el corazón de cualquier fan”. Y destaca como clave: “McCarten y Lemmons tienen cuidado de no retratar a Houston en términos directos de victimismo“.
El otro activo importante que destaca Rooney es “la actuación sincera y emocionalmente cruda de Naomi Ackie en el papel principal” que, “si bien no se parece mucho a Houston -como decía también Gleiberman-, refleja todo el brillo de la cantante, ya sea dominando un escenario o simplemente retirándose del centro de atención”.
También coincide con Gleiberman en el acierto de “ceñirse casi exclusivamente a las versiones remasterizadas de las pistas vocales originales de Houston“, porque, apunta, “no puedes hacer un biodrama de Whitney Houston sin la voz de Whitney Houston. Nadie puede igualar su expresividad, su potencia pulmonar, su modulación aparentemente sin esfuerzo y los cambios clave de escalador de montañas cuando estaba en su apogeo”.
Eso sí, no duda en destacar que “tanto Ackie como el equipo de producción musical hacen que la transición a la voz espectacular de Houston sea fluida a medida que ella encuentra rápidamente su confianza” y “la sincronización de labios es impecable“.
En su conclusión final, Rooney señala que “los críticos olfatearán, como invariablemente lo hacen, las convenciones familiares de la película biográfica musical. Pero el espíritu de I Wanna Dance With Somebody trasciende esas convenciones con mucha más frecuencia de lo que las agobia. Cualquiera que ame a Whitney Houston y su música dejará la película con ese amor reforzado, especialmente cualquiera que la vea en un cine con un sistema de sonido que haga temblar las paredes”.
ANTONIO SÁNCHEZ
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