Fue un cine pasoliniano pero con persecuciones de coches, crudo y con una vocación documental que se colaba por los márgenes de cada plano, en los paisajes urbanos repletos de chabolas, billares y calles sucias con pintadas pidiendo (aún) la amnistía.
Sus intérpretes se contaban entre la delincuencia juvenil más reputadada de la época, cuando a finales de los 70 y principios de los 80 cundió el terror en las ciudades. Sabina lo contó en Qué demasiao o La banda del Kung Fú y directores como José Antonio de La Loma y Eloy de la Iglesia lo filmaron.
La ley del suburbio, la rumba de extrarradio, los rostros adolescentes en los que se mezcla una inocencia casi infantil y la sombra de un futuro patibulario.Eso fue el cine quinqui, testimonio de una época difícil en la que nuestra única patria era el descampado.
1. Perros Callejeros (1977)
Surgió en Barcelona el cine quinqui de la mano de José Antonio de La Loma y su gran personaje es Ángel Fernández Franco, El Torete, que protagonizó Perros callejeros, Perros Callejeros II y Los últimos golpes de El Torete. Exitazos de cine de barrio que arrasaron igual en La Mina que en Vallecas o San Blas. Toda una realidad (marginación, droga, rumba) que el cine oficial no mostraba comenzó a exhibirse en estas cintas rodadas con estilo cinematográficamente tosco pero singularmente efectivo. Lo mejor de todo, sus intépretes. Lo peor, el tremendismo y la obsesión por colar escenas de sexo para goce del todavía reprimido público de la época.
2. Deprisa, deprisa (1981)
El gran Carlos Saura probó suerte en este subgénero y logró una inesperada obra maestra. Interpetada (cómo no) por actores no profesionales, chavales conflictivos de barrio, se trata de una historia de amor al estilo Bonny & Clide. Sobresale una exquisita banda sonora en la que Carlos Saura (un enamorado de la música popular) sabe extraer del repertorio de la rumba una de sus joyas más preciosas: Me quedo contigo de Los Chunguitos. La película ganó el Oso de Oro en Berlín.
3. Colegas (1982)
Otro de los maestros del cine quinqui fue Eloy de la Iglesia y en Colegas juntó a la crème de la crème del imaginario suburbial juvenil: José Luis Manzano, Pirri, Quique San Francisco, Antonio y Rosario Flores. Todos ellos se mueven por Madrid donde se están construyendo rascacielos a la vez que deambula por sus barriadas una legión de jóvenes sin trabajo y con la presencia omnipresente de la droga.
4. El pico (1983)
La obra cumbre del tremendismo al modo Eloy de la Iglesia: política, homosexualidad, drogas, violencia, marginación. Todo mezclado de un modo loco partiendo de una premisa extrema: la amistad en la Euskadi de los 80 entre el hijo de un comandante de la Guardia Civil y el hijo de un líder de la izquierda abertzale con la aguja y la heroína como nexos de unión. Casi nada. José Luis Manzano protagoniza y Quique San Francisco también participa.
5. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984)
¿Hizo Pedro Almodóvar cine quinqui? Este título, obviamente, trasciende el subgénero pero se inspira claramente en ese cine que apasionó a los jóvenes de extrarradio y que fascinó a un amplísimo público. Sostenía Francisco Umbral que esta era la mejor película de Almodóvar y aunque luego rodó otras obras maestras, no andaba muy descaminado. Carmen Maura está perfecta, los paisajes interiores y exteriores son un retrato fiel de lo que eran los barrios en aquella época, La bien pagá suena fabulosa, Chus Lampreave hace uno de sus mejores trabajos. Y está la droga, el desarraigo, la soledad. Una inmensa película.
6. Perras callejeras (1985)
La versión femenina de los éxitos que José Antonio de La Loma logró con El Torete. Sonia Martínez, presentadora de programas infantiles a la que TVE despidió por aparecer desnuda en Interviú, era la estrella protagonista. Un producto cuyo interés se halla en ver como da la vuelta y, de puro mala, la película se vuelve buena.
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6. Yo, el vaquilla (1985)
El mítico Juan José Moreno Cuenca, El Vaquilla, relata su historia al periodista Xavier Vinader y se repite una historia de violencia, encierros, droga, coches a toda velocidad y ese extraño sueño de libertad que en los 80 todavía se asoció entre cierta juventud de barriada con los tirones, la heroína y las navaja en el bolsillo trasero del pantalón.
Epílogo necrológico
Lo que el cine quinqui retrataba era una durísima realidad. España era un país golpeado por la droga y una parte importante de la juventud extravió su vida con la heroína. Sucedió así con muchos de los intérpretes de estas películas.
Ángel Fernandez Franco, El Torete, falleció a causa del SIDA cuando tenía 31 años.
José Luis Manzano (Colegas, El Pico, La estaquera de Vallecas…) apareció un 20 de enero de 1992 muerto por sobredosis en un piso cercano a la madrileña Glorieta de Atocha. Se había inyectado en la rodilla. Sus restos fueron a parar a la fosa común del Cementerio Sur de Madrid.
José Antonio Valdelomar (Deprisa, deprisa) fue hallado muerto por sobredosis en la celda que ocupaba en la carcel de Carabanchel. Era el año 1992.
Jesús Arias Aranzueque (Deprisa, deprisa) murió a los 32 años después de pasar por la cárcel y ser recuperado para la gran pantalla con un pequeño papel en El bosque animado.
Sonia Martínez (Perras callejeras) falleció a causa del SIDA en 1994 tras una larga batalla contra la heroína y varios intentos de desintoxicación.
José Luis Fernández Eguia, El Pirri, presencia secundaria en películas como Colegas o Sé infiel y no mires con quién, apareció muerto en la carretera entre Vicálvaro y San Blas. El motivo de su fallecimiento fue una sobredosis. Tenía 22 años.
Antonio Flores murió a los 33 años por una sobredosis de barbitúricos y alcohol.
José Luis Moreno Cuenca El Vaquilla murió por una cirrosis en 2003, cuando estaba a punto de salir de prisión y tras largos años de entradas y salidas de prisión, motines e intentos de rehabilitarse.
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